lunes, 20 de junio de 2011

Only time

Quería sentir si me quería y traté de experimentarlo de la peor forma posible. Cuando me di cuenta, no había ganado una respuesta, sino que había ganado una condena.
Desaparece de vez en cuando y hazte desear... El camino estará mucho más claro después.


Cerré la puerta del bar y salí a la calle. Me impregné de la brisa estival que se metió por cada uno de mis poros. En cuestión de minutos había adelgazado decenas de kilos al quitarme tal presión de encima. Sonó el teléfono y me negué a responder. No quería saber ni quién podía ser a esas altas horas de la madrugada. No me apetecía hablar con nadie... Necesitaba cruzarme con la esperanza e invitarla a que se quedara en mi vida.

Caminé. Madrid por la noche es una ciudad preciosa, ¿lo sabíais? Bajé hasta la Gran vía sonriendo. Quizás sin motivo aparente, pero yo sabía que no era así. Mi vida comenzaba de nuevo. Había decidido reanudarla justo en el sitio exacto en el que un día decidí detenerla.

Volví a sonreír y cuando me quise dar cuenta estaba riendo a carcajadas. Un piropo proveniente de una sonrisa bonita me iluminó la cara. En un momento comprendí todo y eché a correr al ver que se acercaba mi autobús, porque con él se aproximaba mi momento.

Mis amigos me estaban esperando. Nos íbamos a la playa. El verano se había instalado y el sol quería besar mi piel y colorearla de rojo sin piedad. Sí, era momento de grandes despedidas, pero no había nada que temer. No. Porque comenzaba mi vida...

¡Era el primer día del resto de mi vida! Y qué bien se sentía...


domingo, 12 de junio de 2011

Cosas que nunca te dije

Quizás el amor verdadero sea una decisión, la decisión de jugártela por alguien, de entregarte a alguien sin pensar si te va a corresponder, si te va a hacer daño o si es el amor de tu vida. Quizás el amor no es algo que te ocurre, quizás sea algo que tú escoges.


Escapé de esta agitada ciudad. Salí de casa con lo primero que pillé, monté en el primer autobús que vi y me alejé lo máximo posible de todo lo que me rodea a diario para poner mi mente en blanco. Necesitaba pensar en lo bueno y lo malo, en los planes que tenía y en cómo se habían roto. Necesitaba dibujar una sonrisa en mi cara de la forma más absurda posible. Nada importaba, sólo ordenar las piezas en una sucesión ordenada de hechos. Cronología pura. Nada de soñar despierta y desear que las cosas hubieran sucedido de otra forma. Era el momento de ser realistas, tratar de volver a aquel momento y guardarlo para siempre, para no cometer otra vez los mismos errores.

Me perdí entre miradas. Las cosas no salieron como a mí me hubiera gustado. Creí haber perdido. Yo me perdí. Traté de sacar de lo malo algo bueno. Traté de seguir un patrón de comportamiento y creí tener la llave que abría todas las puertas que yo quería abrir, pero no, la llave no era la correcta. Por un momento nuestros lunares no sintonizaron, nuestras miradas escogieron caminos opuestos y nuestras manos dejaron de encajar a la perfección. Por un momento perdí la respiración y el desconcierto se apoderó de mí.

No sé si fue el frescor de la hierba entre mis pies o el sol del atardecer bañando mi cara, pero todo volvió a su sitio. Un suspiro marcó la inflexión del momento. Me había quitado un peso de encima, ¡qué más da que no fuera de la forma en que yo pretendía! A veces simplemente hay que empezar por volver al punto de partida, donde no había secretos ni caras cubiertas. Sin nada que esconder, mientras la verdad salía a flote, conocí una nueva forma de paz: la de no tener que jugar con información privilegiada más tiempo.

No. Las cosas no son perfectas, la vida es lo que ocurre mientras tú te empeñas en que las cosas sean diferentes, y tenemos que adaptarnos y sacar lo mejor de cada momento, direccionar las situaciones para aprovechar y sacar todo lo positivo de cada acción, incluso de aquellos momentos en que creemos que no podrían haber salido peor aún las cosas.

Me levanté, volví a coger el mismo autobús y regresé a mi pequeño lugar en el mundo: mi casa. Débil, cansada y, en cierto modo, derrotada. Pero mi conciencia había vuelto a relajarse. Ya no había nada que ocultar. Mañana sería otro día y estaba segura de que saldría el sol. Ya sabéis lo que dicen, “nunca llueve eternamente.”