martes, 4 de octubre de 2011

Love is a losing game



Eran tantos los días que quería pasar contigo, tantos los lugares en que nos podíamos haber amado, que aún a día de hoy me cuesta entender qué es lo que nos pasó.

Conocernos fue una tarea más difícil de lo que en un principio me pareció. Tanto que creo que a día de hoy me gusta más lo que conocía de ti en el mes de enero que después en julio.

Daba igual lo lejano que te sintiera cada vez que te marchabas, porque cada vez que me susurrabas que te abrazara en la cama se me iluminaba la cara.

Pasé los días y las noches suplicando que te enamorases, tanto que llegué a recurrir a pedir deseos a las estrellas fugaces. Como era de esperar, el milagro no sucedió y yo dejé de confiar en ellas.

Han pasado semanas desde que me volví loca por última vez y me armé de valor para borrarte de mi día a día, pero aún sigues en mi cabeza y tus cosas siguen en mi habitación. Nadie dijo que fuera fácil. Pero a día de hoy no puedo pensar en ti como algo negativo, porque nadie como tú pintó de rojo mi corazón y llenó mi vida de ese peculiar aroma que ahora sé que era auténtica felicidad.

Espero que no me olvides y que guardes el fulgor que tenían mis ojos cada vez que te veía entre tus más preciados recuerdos, con cariño. Yo no te podré borrar por mucho tiempo que pase, o al menos no del todo, porque gracias a ti recuperé una parte de mí que creía que había muerto. Te lo prometí y así será por siempre: nunca seré una cobarde y siempre lucharé por mis sueños.


"Peor que el olvido, fue frenar las ganas de verte otra vez. Peor que el olvido, fue volverte a ver."

martes, 6 de septiembre de 2011

Sabes...

"Y ahora ya te toca a ti acabar con esta historia, ahora ya te toca a ti decir las cosas.
Pon un punto y final o bésame sin más."

Sabes que el tiempo pasa sin que casi nos demos cuenta. Que cuando hemos querido levantar la cabeza y echar un vistazo al calendario hemos comprobado que el frío se convirtió en calor y que ya han pasado las cuatro estaciones desde aquel día.

Sabes que empezamos calentando el frío y que el calor nos heló el corazón. Debe de ser que se nos da mejor el invierno...

Sabes que cuando te dije que lo más bonito que te podía decir en aquella primavera pasada era que quería volver a pasar frío contigo lo decía completamente en serio.

Sabes que lo di todo, hasta lo que no tenía. Que la ilusión y la fuerza convirtieron cada motivo de desesperanza en una nueva bala para seguir presentando guerra a todos y cada uno de los obstáculos que se interponían en mi camino.

Sabes que luché, que el coraje se apoderó de mi ser y que, con un cuchillo entre los dientes, defendí mis sentimientos como una madre defiende a sus hijos: hasta el final.

Sabes que aquella cara de emoción se fue borrando con el tiempo por la falta de resultados.

Sabes que hice hasta lo imposible aunque tú parecieras no darte cuenta.

¿Sabes qué? He dejado la pelota en tu tejado y ahora serás tú el que decida si quiere jugar. Que yo ya no soy la misma, y lo has notado. Que las promesas que no se llegaron a cumplir me terminaron por hundir.

Sabes que ya está cerca el otoño, y con él llega el frío, ese que parece que a ti y a mí se nos da mejor. Otoño, invierno, primavera y verano. Cuatro estaciones para estar con las manos vacías y la mochila llena de unos recuerdos que no nos han llevado a ninguna parte. Pero dicen que a veces lo único que tenemos que hacer es volver al principio para reencontrarnos con nosotros mismos y recordar cuáles eran nuestros deseos.

Aquí estamos, a punto de caer el otoño otra vez. Se cierra un ciclo para comenzar otro nuevo. De vuelta al principio de incertidumbre, faltando sólo por determinar hacia qué extremo se inclinará la balanza. ¿Frío o calor? ¿Capaz o incapaz?

jueves, 18 de agosto de 2011

Dare you to move

Cuarenta y ocho horas nos parecieron pocas y decidimos robarle al tiempo unas cuantas más.

Las empleamos de la mejor manera posible con besos y caricias. Algún que otro deseo también se nos escapó mientras mirábamos las estrellas. Alguna que otra excursión a paisajes encantados. La Tierra se había tragado a todo el mundo y parecía que sólo caminábamos tú y yo. O quizás fue mi cabeza la que eliminó al resto, no lo sé.

Algo más de cuarenta y ocho horas de risas y abrazos. Descubrí así que me podía acostumbrar muy rápidamente a lo bueno, que me podía amoldar a ti de la misma manera en que tú lo hacías conmigo, formando una conjunción perfecta.

En dos días me di cuenta de que podíamos ser muy felices juntos. Ya sabes lo que dicen sobre lo difícil que es encontrar a alguien con quien encajar...

Todo parecía perfecto... Al final las poco más de cuarenta y ocho horas me supieron a poco y, como toda historia mágica, llegó el final. Cierto es que nos duró más que a Cenicienta, pero también a las doce de la noche nuestro cuento se terminó. Yo no perdí ningún zapato al irme, pero sí que te quedaste con mi corazón y aún espero que decidas si me lo devuelves o te lo quedas.


"Me estremezco al darme cuenta de lo fácil que es equivocarse con las personas,
de lo sencillo que es quedarse con una parte insignificante de ellas
y confundir esa parte con el todo,
de lo poco que cuesta mezclar las causas con las consecuencias y al revés."


Un mes después, estoy de vuelta. Quería pediros disculpas por haberme ausentado durante todo este tiempo, pero una parte de mí necesitaba hacerlo. Pensar en muchas cosas, tomar muchas decisiones y respirar de nuevo. Mantener mi cabeza ocupada ha ayudado a ver las cosas de forma más clara.
Aquí os dejo algo que he escrito con un sabor agridulce. Son esos momentos de la vida en que no sabemos cómo actuar, qué es lo que debemos hacer. A veces la única solución posible es seguir con nuestra vida y dejar ese aspecto en stand by.
Un beso enorme a todos y, una vez más, gracias.

sábado, 23 de julio de 2011

Me, myself & I

Con el paso de los días no he aprendido a olvidar, pero sí a calmar la terrible necesidad de salir corriendo y gritar. De hecho no quiero olvidar, porque eso significaría que puedo volver a confiar en ti. A lo largo de estas interminables horas he buscado consuelo a través de las palabras, siempre amigas, para que me ayudasen a crecer para nunca más volver. Pero mi cama, esa donde no llegaste a echar el ancla, emprende una ardua batalla contra mí: la guerra de los recuerdos.

Hoy no puedo dejar de emprender viajes mentales al pasado, por todo lo que fue, y al futuro, por todo lo que no será. Pero con el tiempo se irán borrando nuestras huellas, esas que fuimos dejando en el corto trayecto que recorrimos juntos.

No te voy a echar de menos. No me voy a asignar ese castigo, y menos cuando la mentira y el engaño envolvieron el final de nuestros días. Me partiste en dos, pero no puedo odiarte por ello, ya que, en cierto modo, yo participé también viendo sólo lo que quería ver. Pero hoy brilla el sol. Hoy termina esta historia, escribiendo, de esta manera, la línea final.


La vida es muy corta y cada momento tiene su valor,
pero nos pasamos días enteros durmiendo
y años completos soñando.


P.D: Gracias por todos los comentarios que me habéis dejado en la entrada anterior,
me habéis hecho llorar y reír al mismo tiempo, incluso en días difíciles y tristes como el de hoy.
Nunca diré lo suficiente para agradeceros lo que me hacéis sentir.
Como ya os dije a algunos, en este post linkearía a alguien que me hubiera dejado un comentario especial,
y desde luego que todos me han encantado, pero hay una personita muy especial
que siempre me ha dejado comentarios que me han emocionado muchísimo.
La historia de cómo comenzó su blog siempre la recordaré, y es por ello por lo que
quiero mandar un fortísimo abrazo a mi querida Palabras tardías.
Un besazo enorme a todos y, una vez más, GRACIAS.

miércoles, 13 de julio de 2011

Siempre estarás tú

El amor no entiende de razones. Da igual cuántas veces intentes buscarle explicación a tus sentimientos, ellos mismos decidirán por ti. El amor es sincero y loco. Pero qué doloroso es cuando se te escapa de entre las manos y no puedes hacer nada por mantenerlo a tu lado.


No encontraba las palabras adecuadas. Le tenía frente a mí y tenía tantas cosas que contarle, que confesarle... Pero preferí no estropear el momento y callé. Mantuve mis pensamientos conmigo, luchando por deshacer el nudo que se había hecho en mi garganta pretendiendo ahogarme. Veo que el momento está pasando, él me rodea con sus brazos esperando que mi cara de interrogación pase de largo y vuelva a la normalidad.
Sé que él está a gusto. Sé que los dos estamos bien. Sé que todo pasará y el momento será efímero y terminaré por preguntarme por qué no pudimos rozar la eternidad. Pero ahí estamos, tocando con las yemas de los dedos esos que algunos llaman felicidad. Yo lo siento, sé que es un momento de esos que marcan la diferencia y que por mucho tiempo que pase, perdurará en mi la sensación de plenitud.

Se dirige hacia la salida, de vuelta a la realidad que habíamos dejado de lado, y yo sé que él se pregunta el por qué de mi devoción. Es imposible que sepa que no necesito mucho más que el roce de la palma de una mano, el contacto visual de dos pupilas que se buscan y se encuentran, la respiración entrecortada de dos cuerpos amándose y nuestras risas mezclándose, haciendo de por sí una melodía perfecta.

¿Que por qué de mi adoración? No necesito dar más respuesta que el simple hecho de mi suspiro atravesando todos los obstáculos que se interponen en mi camino. Aquí sigo y aquí seguiré. Porque sencillamente me gustas tú, me gustas así. No sé en qué momento te elegí, pero sé que de alguna forma siempre estarás tú, presente.




¡¡¡El blog cumple 1 añito!!!
El pasado día 11 hizo un año que comencé mi andadura con Coffee and Cigarettes.
Al principio no hubiera podido imaginar que llegaría a darme tantísimas satisfacciones,
y todo es GRACIAS A VOSOTROS.
Con vuestros comentarios me alegráis los días y me dais el empujón necesario para continuar escribiendo.
¿Qué sería de esto sin vosotros? Nada. Absolutamente nada.
De ahí que quiera dedicaros esta entrada a todos vosotros, a los que estáis a mi lado desde el principio
y a los que os habéis unido más tarde.
Os adoro a todos, de verdad.
Ojalá y no me abandonéis nunca.
Un besazo muy fuerte

sábado, 2 de julio de 2011

Recuerdos del futuro



Él no sabía aún dónde le estaba llevando. Sin mediar palabra, le hizo montar en el coche y seguir sus instrucciones. Apenas unos segundos después, el reloj daba la medianoche y ellos llegaban a su destino.

Cuando se decidieron a abandonar el vehículo, la oscuridad de la noche los envolvió, pero allí estaban ellas para brindarles la luz necesaria.

- ¿Has escuchado alguna vez la historia que habla del destino de las estrellas fugaces?

Ante la negativa de él, ella comenzó a contar la historia.

- Dicen que hay un lugar mágico en el cielo al cual llegan las estrellas fugaces que han sido objeto de deseo. Allí reside un científico loco que despacha las demandas, haciendo que sus pequeños duendecillos hagan nuestros sueños realidad.

- ¿Y cómo se llama ese lugar?

- Aisatnaf.

Su cara de escepticismo hizo que el corazón de ella sonriera amargamente. ¡No lo había entendido!

Con el rumor del agua, se tumbaron en la hierba para contemplar el manto de estrellas que cuidaba de ellos. A los minutos, sucedió. Sus manos, que estaban entrelazadas, sufrieron un apretón recíproco, como un guiño. Los dos habían visto la misma estrella fugaz y habían pedido el deseo correspondiente. Quizás no fuera el mismo, pero ella había cumplido un pequeño sueño aquella noche: llevarle a su Aisatnaf particular y darle así un pedacito más de su vida.

Aisatnaf... Fantasía al revés. Pero él no lo comprendió. Aún no estaba preparado para compartir ese mundo y tocar las estrellas con ella.

lunes, 20 de junio de 2011

Only time

Quería sentir si me quería y traté de experimentarlo de la peor forma posible. Cuando me di cuenta, no había ganado una respuesta, sino que había ganado una condena.
Desaparece de vez en cuando y hazte desear... El camino estará mucho más claro después.


Cerré la puerta del bar y salí a la calle. Me impregné de la brisa estival que se metió por cada uno de mis poros. En cuestión de minutos había adelgazado decenas de kilos al quitarme tal presión de encima. Sonó el teléfono y me negué a responder. No quería saber ni quién podía ser a esas altas horas de la madrugada. No me apetecía hablar con nadie... Necesitaba cruzarme con la esperanza e invitarla a que se quedara en mi vida.

Caminé. Madrid por la noche es una ciudad preciosa, ¿lo sabíais? Bajé hasta la Gran vía sonriendo. Quizás sin motivo aparente, pero yo sabía que no era así. Mi vida comenzaba de nuevo. Había decidido reanudarla justo en el sitio exacto en el que un día decidí detenerla.

Volví a sonreír y cuando me quise dar cuenta estaba riendo a carcajadas. Un piropo proveniente de una sonrisa bonita me iluminó la cara. En un momento comprendí todo y eché a correr al ver que se acercaba mi autobús, porque con él se aproximaba mi momento.

Mis amigos me estaban esperando. Nos íbamos a la playa. El verano se había instalado y el sol quería besar mi piel y colorearla de rojo sin piedad. Sí, era momento de grandes despedidas, pero no había nada que temer. No. Porque comenzaba mi vida...

¡Era el primer día del resto de mi vida! Y qué bien se sentía...


domingo, 12 de junio de 2011

Cosas que nunca te dije

Quizás el amor verdadero sea una decisión, la decisión de jugártela por alguien, de entregarte a alguien sin pensar si te va a corresponder, si te va a hacer daño o si es el amor de tu vida. Quizás el amor no es algo que te ocurre, quizás sea algo que tú escoges.


Escapé de esta agitada ciudad. Salí de casa con lo primero que pillé, monté en el primer autobús que vi y me alejé lo máximo posible de todo lo que me rodea a diario para poner mi mente en blanco. Necesitaba pensar en lo bueno y lo malo, en los planes que tenía y en cómo se habían roto. Necesitaba dibujar una sonrisa en mi cara de la forma más absurda posible. Nada importaba, sólo ordenar las piezas en una sucesión ordenada de hechos. Cronología pura. Nada de soñar despierta y desear que las cosas hubieran sucedido de otra forma. Era el momento de ser realistas, tratar de volver a aquel momento y guardarlo para siempre, para no cometer otra vez los mismos errores.

Me perdí entre miradas. Las cosas no salieron como a mí me hubiera gustado. Creí haber perdido. Yo me perdí. Traté de sacar de lo malo algo bueno. Traté de seguir un patrón de comportamiento y creí tener la llave que abría todas las puertas que yo quería abrir, pero no, la llave no era la correcta. Por un momento nuestros lunares no sintonizaron, nuestras miradas escogieron caminos opuestos y nuestras manos dejaron de encajar a la perfección. Por un momento perdí la respiración y el desconcierto se apoderó de mí.

No sé si fue el frescor de la hierba entre mis pies o el sol del atardecer bañando mi cara, pero todo volvió a su sitio. Un suspiro marcó la inflexión del momento. Me había quitado un peso de encima, ¡qué más da que no fuera de la forma en que yo pretendía! A veces simplemente hay que empezar por volver al punto de partida, donde no había secretos ni caras cubiertas. Sin nada que esconder, mientras la verdad salía a flote, conocí una nueva forma de paz: la de no tener que jugar con información privilegiada más tiempo.

No. Las cosas no son perfectas, la vida es lo que ocurre mientras tú te empeñas en que las cosas sean diferentes, y tenemos que adaptarnos y sacar lo mejor de cada momento, direccionar las situaciones para aprovechar y sacar todo lo positivo de cada acción, incluso de aquellos momentos en que creemos que no podrían haber salido peor aún las cosas.

Me levanté, volví a coger el mismo autobús y regresé a mi pequeño lugar en el mundo: mi casa. Débil, cansada y, en cierto modo, derrotada. Pero mi conciencia había vuelto a relajarse. Ya no había nada que ocultar. Mañana sería otro día y estaba segura de que saldría el sol. Ya sabéis lo que dicen, “nunca llueve eternamente.”



lunes, 30 de mayo de 2011

Blinded by your lies

Just gonna stand there and hear me cry, but that's alright because I love the way you lie.


Me senté en las escaleras del parque. Llevaba corriendo casi una hora, intentando matar así la angustia que me quemaba por dentro y hundir en lo más profundo del olvido los recuerdos de nuestra última conversación. Mentiras. Una tras otra.

Te miré a los ojos y te pregunté a sabiendas de lo que estaba preguntando. Tú no sospechaste nada, o esa es la impresión que me dio. Jugué con información privilegiada y sí, de alguna manera te puse a prueba. No pestañeaste y ahí me dejaste tu regalo: una nueva mentira. ¿Por qué?

Tu engaño lleva a mi propio engaño. Sí, me engaño continuamente. Lágrimas de impotencia corren presurosas por mis mejillas, echando un pulso al orgullo y a la dignidad. Consigo levantarme con más energía de la que en realidad puedo controlar y me pongo a correr.

Aumento la velocidad, me derrumbo, caigo y vuelvo a levantarme. La desesperación y la agonía me elevan y vuelvo al camino, con más heridas cada vez. Trato de ganar una carrera, pero las consecuencias pueden ser mucho más graves al final. Puedo terminar por perderme a mí misma.

Vuelven a mi cabeza mil y una conversaciones, cosas en las que creía porque creía en ti. Con cada mentira siento una bofetada que me cruza la cara de un lado a otro y llega un nuevo desengaño. Fingir que te creo me resulta sencillo. Lo que no me resulta tan sencillo es esconder la risa nerviosa que me entra cuando estoy sola y pienso en lo patética que estoy resultando. ¿Cuándo piensas parar? Ya sabéis lo que dicen: una mentira lleva a la siguiente para, finalmente, convertirse en la pescadilla que se muerde la cola y formar una gran bola de mentiras encadenadas.

Ayer vi la película Pequeñas mentiras sin importancia y el mensaje era muy claro. En el momento en que traspasamos esa barrera y engañamos a las personas que queremos, perdemos el respeto. El amor, sea del tipo que sea, no consiste en eso, porque, antes o después, las mentiras salen a la luz y hacen muchísimo daño. Es uno de los peores dolores, lo sé porque cada vez que tú lo haces siento una pequeña punzada en el corazón y empiezo a sangrar. Al final el que espera, desespera, y mi salud mental empieza a correr peligro por intentar buscar excusas a tus mentiras y hacer como si nada pasase.

Estoy asustada por la verdad y cansada de la mentira. No lo hagas más, por favor te lo pido.


miércoles, 25 de mayo de 2011

Nobody's perfect

He creído soñar que iba caminando sobre una pradera en plena tarde de verano. El sol quemaba mi piel y me hacía sudar. Parecía como si fuese andando por el mismo infierno. El pasto amarillo que un día fue verde hierba no terminaba, era como un laberinto en el que nunca hallas el final, das y das vueltas pero no sabes dónde queda la salida. El camino se hacía interminable, el sudor iba en aumento y la desesperación era mi peor enemigo. Me maldecía por no haber llevado conmigo una botella de agua fresca que hiciera, en la medida de lo posible, el camino mucho más ameno.

En un momento dado he creído estar en el mismo punto de salida, pero claro, sin árboles y sin señales, sólo con la inmensidad rodeándome, era difícil saberlo. Harta de no saber qué dirección tomar me desplomé en el suelo, mis ojos fijos en el astro que quería fundirme y mezclarme con la tierra. Decidí cerrar los ojos implorando piedad, deseando que la pesadilla terminara y consiguiera encontrar la salida de vuelta a casa.

Nada más lejos de la realidad, porque en ese preciso instante reuní las fuerzas necesarias para abrir los ojos. El sol había desaparecido. Sí, me encontraba en el mismo lugar de antes, pero se había hecho de noche. Todavía no me había dado tiempo a sentirme extraña por lo que acababa de suceder cuando escuché su voz:

- -Levanta. Toma mi mano y levántate, por favor. Llevas demasiado tiempo ahí, tirada en el suelo.

- -¿Qué haces aquí? –Me sorprendí al ver a mi ángel de la guarda a mi lado. ¿Cómo me había encontrado?

- -¿Cómo que qué hago aquí? Vengo a buscarte y a llevarte a casa, al lugar del que no debiste salir… Al lugar en el que todo es seguro, para impedir que te pierdas, te desesperes y te rompas por dentro. ¿Ves las estrellas? Ellas nos guiarán.

No quise contestarle, sabía que tenía razón. Por buscar aventuras me perdí y no supe encontrar el camino. Simplemente necesitaba esa mano que me enseñara que el sol brilla, pero que no debe quemarnos. Debemos disfrutar de él todo lo que podamos, pero nunca dejar que nos haga daño. Espero que vosotros tengáis un ángel de la guarda como lo tengo yo. Si no fuera por él, todos los días me perdería, me quemaría y no sabría encontrar el camino de vuelta a casa. Gracias Pedro por ser mi ángel de la guarda particular.


No es que yo quiera convertirme en un recuerdo, pero no es fácil sobrevivir a base de sueños.

martes, 17 de mayo de 2011

At the break of dawn

Otra noche que cae en Madrid. En cuestión de minutos la luz se torna en la más absoluta oscuridad, dando por finalizado otro día. Asomada a la ventana compruebo que no hay ni una sola nube en el cielo. El rumor de la noche me produce escalofríos y, por un instante, me siento sola. Desde el cielo de Madrid no se ven las estrellas, pero sé que están ahí, esperando a que yo las alcance y las acaricie con mis dedos. Pero no, hoy no estás aquí, así que el viaje a las estrellas tendré que dejarlo para otro día. Sé que a kilómetros de mí tú puedes estar viendo el mismo escenario y, sin embargo, tener pensamientos totalmente distintos.

A la noche le sucede el amanecer, el nacimiento de un nuevo día y, con él, nuevas esperanzas. Pero mientras tanto sé que dormiré sola, que probablemente sólo me acompañes en mis sueños para hacer el trámite más ameno y que, cuando despierte, todo volverá a ser igual. Estoy sola, es un hecho.

No te das cuenta, pero yo quiero todo contigo. Lo bueno y lo malo. Todo. Pero el tiempo apremia, y por mucho que digan que tenemos por delante toda la vida, es mentira. ¡Quién sabe si viviremos un mañana! Por eso quiero todo de ti hoy, ahora, en esta noche y mañana, al amanecer.

Sí, estoy sola. La verdad me abofetea, me deja sin respiración, como cada mañana. Y, con el desengaño, me doy cuenta de que quizás nunca serás para mí. Quizás estoy luchando por un imposible que sólo en sueños consigo convertir en realidad. Quizás estoy esperando que llueva en plena sequía. Pero da igual, somos humanos y en muchas ocasiones a quien menos atendemos es a la razón. Cuando tus sentidos más te dicen que debes alejarte, tú vas y te acercas más, desafiando a la suerte.




Cuando más alto vuelas, más duele el golpe cuando te estrellas.

domingo, 8 de mayo de 2011

Un recuerdo más


Estaba anocheciendo y la temperatura se notaba que empezaba a descender. Sólo por eso decidieron levantarse del césped del parque. La tarde había transcurrido entre risas, suspiros y algún que otro deseo oculto en los labios de ella.

Sin más, emprendieron el camino de regreso a casa. Una tarde para el recuerdo con la esperanza de que pronto se volviera a repetir. La cercanía se notaba más, las semanas iban pasando y los sentimientos iban naciendo en ella sin casi darse cuenta. Lento, sin avisar, como si pretendiera sorprenderla en cualquier momento. Pero ya era una realidad, ya se había alojado aquella sensación de angustia en su interior. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Hasta dónde iba a llegar esta historia?

Inmersa en sus propios pensamientos, continuó el camino, casi sin prestar atención a lo que él iba contando. Cuando se quiso dar cuenta él la tenía agarrada por la cintura y, como si de un acto reflejo se tratase, ella depositó sus brazos en torno a su cuello. Sin música, comenzaron a moverse como si estuvieran en una pista de baile sólo para ellos. El primer baile de su vida, abrazados, sin importar quién pasase por allí y lo que pudiese pensar. Sin venir a cuento, un comentario chistoso por parte de él los devolvió al parque, abandonando aquella pista que habían creado en su cabeza. Sólo bastó ese instante para que a ella se le hiciera un nudo en la garganta. ¡Daría cualquier cosa sólo para que ese momento durara para siempre!

Una tarde para el recuerdo. Un baile que sería el primero y el último de aquella primavera. Unos sentimientos que rompieron todo dique de contención que ella se había dedicado a construir durante los últimos años de su vida. Un corazón temeroso por la duda de si tendría que volver a trabajar en una reconstrucción, siendo consciente de lo que le había costado la última vez.

domingo, 1 de mayo de 2011

Hoy tengo ganas de ti

Hoy tengo ganas de ti. Lo he sabido desde el preciso momento en que he abierto los ojos esta mañana y he respirado el ambiente que envolvía mi habitación. Daba igual a lo que oliera, porque no olía a ti. Mis sábanas, mi piel, mi boca, no tienen tu aroma.

El paso de las horas ha logrado que tu ausencia se haya hecho más presente aún. Y es que me he acostumbrado a que intentes hacerme cosquillas sin cesar, viendo después tu cara de decepción por no conseguirlo. Me he acostumbrado a tus brazos rodeándome, al calor que me proporcionas. A la ternura con la que secas mis lágrimas y a tus besos en la punta de la nariz. Que me he acostumbrado a que te rías de mi inocencia, trates de hacerme enfurruñar y que te encante lograrlo.

Que soy un animal que, al fin y al cabo, se acostumbra a las cosas buenas de la vida. Pero tengo miedo, y esa es otra costumbre, aunque no de las buenas. Miedo a que esto no progrese, a que nos estanquemos y un día todo haya desaparecido. Porque tú eres capaz de lo mejor y de lo peor, y yo ya he arriesgado tanto en esta vida que me siento vulnerable y frágil cuando no me encuentro segura. Y tú, a día de hoy, eres muchas cosas, pero no una cosa segura.

¿Sabes qué es lo más bonito que te puedo decir? Que, siendo ya mayo, lo que más deseo es que volvamos a pasar frío juntos.

lunes, 25 de abril de 2011

Remember me

Hace un rato que me he perdido entre tus fotografías. Imágenes y recuerdos que no pertenecen en absoluto a mi vida, pero con los que ya estoy más que familiarizada. Incluso me he sorprendido riendo de forma espontánea con algunas instantáneas en las que aparece gente que no tengo el gusto de conocer... Tu vida.

Repito: tu vida. Una vida en la que yo sólo tengo una aparición estelar. Sólo coloco una pieza en ese inmenso rompecabezas. Tu vida... Podría tratar de robarte piezas, hacerme con ellas y colocarlas yo, sin que te dieses cuenta. Adquirir protagonismo. Pero no, así no se hacen las cosas. Eres tú el que debe darme las piezas que quieras. Ni una más, ni una menos.

Caliento un café y me dejo caer en mi cama, acomodándome entre los cojines, mientras la misma idea sigue dando paseos en mi cabeza. Tu vida. Contiene un pronombre personal en segunda persona del singular que dista mucho de pertenecer al pronombre personal de la primera persona del plural que es el que a mí me gustaría. Tu vida, nuestra vida. El puente que separa ambos conceptos es inmenso. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Cruzar? ¿Andar? ¿Yo sola?




P.D.: Quiero agradecer a Somewhere over the rainbow el que me haya obsequiado con esta imagen. La ha encontrado por Internet y ha pensado en mí. Muchísimas gracias, guapa.

A los demás, millones de gracias. Últimamente el blog está creciendo mucho, y es todo por vosotros. Entráis y comentáis y yo no puedo estar más que agradecida. Me sacáis más de una sonrisa al día.
Más de 16.000 visitas, 269 seguidores y más de 200 comentarios.
Gracias a cada visitante que se toma la molestia en leer las cosas que escribo y en comentar.
=)

martes, 19 de abril de 2011

Te has marchado, ya te has ido

Te tenía a mi lado pero estaba intranquila. El calor sofocante de la habitación y comprobar que su sueño era profundo no me dejaban a mí conciliar el sueño. Al finl me dejé llevar, calmé mis lágrimas y mi respiración entrecortada y le abracé por la espalda.

No sé en qué momento me encontró el sueño, pero sé que caí en sus redes. La prueba de ello fue la ligereza de mi lengua a la hora de soltar confesiones. ¿Por qué trataba de inventarme una realidad paralela en la que decía todo lo que en verdad callo?

Mis ojos te miran, aunque no como siempre. Están rogándote que entiendas todo lo que te quiero decir sin que sea necesario pronunciar una sola palabra. Te están tratando de transmitir que ya sólo eres tú, que desde hace tiempo ya no hay nadie más... Que ya no quiero a nadie más. Que deseo con todas mis fuerzas que tú sientas lo mismo.

Oigo un ruido a lo lejos. Está rompiendo nuestro momento. Mi momento de sinceridad. Nos alejamos y me doy cuenta de que es el despertador el que me está trayendo de vuelta, el que hace que en minutos te despidas de mí y cruces la puerta de una habitación que huele a ti, que tiene tus huellas dactilares en cada centímetro de su dimensión.

Te has marchado, ya te has ido, y yo me pregunto cuándo reuniré la fuerza necesaria para hacer de mi sueño una realidad.

miércoles, 6 de abril de 2011

Calada hasta los huesos

Yo, sola, bajo el agua de esta ducha que trata de simular la lluvia, que evoca tu presencia, que te atrae a mí como si fueras un ser místico. Tú, que a saber dónde estás ahora mismo. Seguro que no estás pensando en mí y, además, ni te imaginas que yo sí que estoy pensando en ti mientras siento cada gota de agua atravesando mi piel, imitando a las cosquillas y la agradable sensación que tus besos me producen.

Yo, sola, bajo el agua de esta ducha, te echo de menos mientras mis lágrimas, vergonzosas, se camuflan con el resto de gotas de agua, temerosas de que sean sorprendidas reflejando unos sentimientos que me niego a reconocer. Mezcla de felicidad y de temor.

Yo, sola, bajo el agua de esta ducha, esperando que cualquier día de estos puedas estar aquí, junto a mí, haciéndome compañía.

sábado, 26 de marzo de 2011

Set the fire to the rain

Era una noche lluviosa de marzo y yo estaba esperándote debajo de aquel portal. Como siempre, de noche. Como siempre, llegabas tarde. Mi impaciencia iba en aumento. Mis nervios a flor de piel. Era una noche cualquiera de marzo, pero, de no ser por la lluvia, podría decirse que era cualquiera de todas nuestras citas.

El frío se apoderó de mis manos mientras yo, con vehemencia, trataba de calentarlas. Sin darme casi cuenta, mi corazón empezó a tiritar también. Se suponía que eras tú el que debía calentarlo… Se suponía que debía estar ardiendo por ti…

Las once de la noche. Ya llegabas media hora tarde. La gente pasaba por mi lado preguntándose qué es lo que una chica como yo estaba haciendo a esas horas en mitad de la calle sola con el tiempo que hacía. Esperándote. Esperando a que llegaras con tu sonrisa, con tus disculpas, que tú mismo sabías que repetías sin sentido, y con tus besos, esos que robaste a alguien en un momento dado y ahora te empeñas en repartir, sin sentido.

“¿Qué hago aquí? ¿Qué espero en realidad? ¿Lo mismo de siempre?” No pude dejar de preguntármelo mientras veía que las manecillas del reloj eran las que me mostraban la realidad. Una realidad que no quería ver pero que ahí estaba, delatándote. “No. Yo quiero más y él no me lo puede dar.”

Me levanté dispuesta a irme cuando a lo lejos te vi aparecer. No dijiste nada, sólo me miraste y, en un instante, comprendiste todo. Mi corazón estaba empezando a dejar de latir y sólo con una confesión podría haberse encendido de nuevo.

Clavaste tus ojos en los míos, esos que siempre te intimidaron porque expresaban más que mis propios labios. Una lágrima cae de ellos y, sin decir nada, lo dije todo. Había llegado el momento de la despedida por más que acabases de llegar. Una despedida que no se volvería a repetir. Yo, embargada por un frío que no había sentido nunca. Tú, con algunos besos que me robaste y que a partir de entonces empezarías a repartir.

jueves, 24 de febrero de 2011

Could have been you

Hoy he despertado y he abierto los ojos más que de costumbre, como si una venda se hubiera caído. Las mismas estrellas que un día nos vieron querernos me ven hoy a mí olvidarte.

Acabas de cerrar la puerta y te has llevado contigo mi inspiración. Adiós a esas promesas que no valen nada, que caen en saco roto. Adiós a los “quizás” y “puede que”. Tiraste a ganar y perdiste la batalla, o quizás perdí yo, quién sabe, todo depende del ángulo desde el que se mire.

¿No os ha pasado nunca que en una fecha señalada, como un cumpleaños, os han regalado una prenda de vestir que no os identificaba en absoluto? Unos zapatos, por ejemplo, con los que no os sentís cómodos. No queréis poner mala cara, al fin y al cabo la intención dicen que es lo que cuenta, pero por más que lo intentas, lo combinas de mil y una maneras posibles, pero te sigues mirando al espejo y notas que algo falla. El zapato y vosotros sois incompatibles se mire como se mire. Ese mismo sentimiento nos puede pasar con las personas en sus distintas versiones: amigos, parejas, compañeros de trabajo…

No se pueden forzar los sentimientos, esa es una gran verdad. Por más que desees con todas tus fuerzas que las cosas vayan sobre ruedas, que un buen día despiertes y sientas que todo sucede tal y como debería suceder, si no hay ese punto de conexión es imposible. No, ese zapato sigue sin quedarte bien. Al final sabes que, antes o después, terminará, en el mejor de los casos, desterrado al fondo del armario si no le depara un futuro peor y termina en la basura.

Las personas entran y salen. Que alguien que quieras que encaje perfectamente contigo no lo haga no es una derrota. Está bien creer en los improbables, pero cuando vemos que estamos ante un imposible yo soy de las que opta por matar a la esperanza. No va a ser más improbable por más que lo mire desde ángulos que no existen. Ya llegará ese zapato negro de tacón que combinará siempre en toda ocasión, con el que te sentirás cómoda y al que cuidarás siempre para que nunca se estropee. El día que menos te lo esperes entrarás en la tienda y allí estará, esperándote.

martes, 8 de febrero de 2011

¿Saltarías?

Todavía intento manejar la situación. Estoy en esa fase en la que tú actúas, yo actúo e intento no dar demasiado, no mostrar todo para que aún pueda dejar balas en la recámara. Espero un movimiento que me ayude a programar mi siguiente jugada, sin mostrar todas las cartas, engañarte, llevarte a mi terreno y, en el momento adecuado, sorprenderte sin ningún tipo de defensa posible.

Lo peor de los juegos de cartas viene cuando las apuestas son importantes. Hay quienes apuestan simples fichas, los que no creen en sus posibilidades y tienen miedo a perder. También hay otros que apuestan dinero esperando tener su día de suerte y obtener beneficios económicos considerables. Pero los grandes apostadores, los que de verdad arriesgan, no dan nada material en el juego, se juegan más, incluso si de su propia vida depende. Pero, ¿por qué apostar? Los hay a los que les gusta el riesgo. Esa sensación de poder perder todo en un momento por la esperanza de poder llevarse el premio gordo.

A mí me gustaría ser uno de esos que no tienen miedo, que se la juegan al todo por el todo. Simplemente se sientan en la silla, observan a su enemigo y preparan un buen ataque. A mí me gustaría derribar a todo tu ejército despacio, soldado por soldado, sin apenas darte cuenta, hasta que te tuviera en mis propias manos, sin ataque posible.

Pero yo no soy de esos que ven los órdagos sin pensarlo dos veces. Mi mente va por delante, no me deja actuar hasta que no está segura del resultado. ¿Sabes qué pasa? Que dicen que quien no arriesga no gana, y yo todavía estoy de pie, en la puerta del bar, mientras llueve, calada hasta los huesos y con un miedo atroz a jugar esta partida.

miércoles, 26 de enero de 2011

Si sale cara, sale bien...

Dicen que pocas veces a lo largo de nuestra vida conseguimos dejar atrás en lo que nos hemos convertido para regresar a nuestra esencia, a lo que éramos antes de que la vida nos sorprendiese con sus golpes.

Andas por la calle, te impregnas de la tranquilidad de tu rutina, antepones cualquier cosa a tus sentimientos, y, sin darte cuenta, te olvidas de un viejo amigo al que has ido descuidando con el tiempo: tu corazón.

Ya has hecho tus planes, has orientado tu vida, sigues los pasos que te has ido marcando a lo largo de los últimos años, hasta que un día empieza a hacer aire. Se vuelan los planos, pierdes el patrón a seguir, se alborota tu mundo y ya no sabes ni dónde estás.

Tú, que te habías olvidado de tu amigo. Tú, que ya no sabes ni qué estás pensando porque tu cabeza funciona más rápido de lo que eres capaz de asimilar. Tú, que de repente ves cómo se están encendiendo cientos de luces solas mientras luchas por apagarlas todas.

¿Sabes cuál sería el mejor regalo posible? Una moneda con dos caras, como en los episodios de aquella serie que me invitaba a soñar. Sí, quiero una moneda con dos caras. ¿Cara o cruz? ¡Cara! No puede salir mal… Y si sale mal, ¡qué más da! Al menos eres consciente de que has recuperado a tu querido amigo con el que tantas cosas has vivido… Y eso ya no te lo quita nadie.

martes, 11 de enero de 2011

No tenía miedo a las dificultades...

Esperar duele. Olvidar duele. Pero no saber si debemos esperar u olvidar es el peor de los sufrimientos.

- Paulo Coelho


La mayoría de los que lleváis tiempo leyendo este blog sabéis que el verbo esperar es parte de mi vida. No importa lo bien o lo mal que puedan ir las cosas, siempre tengo que esperar para comprobar cuál es el resultado final. Imagino que a todos nos pasa lo mismo, pero nunca había prestado atención a las veces que repito dicho verbo en mis conversaciones hasta que un día una amiga me informo de ello.

No obstante, hace unas semanas llegué a un punto en el que el camino se bifurcaba en dos: esperar u olvidar. ¿Cuál de los dos tenía que escoger? A mi derecha, el camino del quizás, del optimismo. A mi izquierda, el sendero del nunca jamás, hacia el adiós, borrón y cuenta nueva.

Como no sabía muy bien qué hacer, me senté y contemplé mi indecisión. Mirada hacia a un lado, mirada hacia el otro. Casi sin darme cuenta ya estaba esperando, había decidido en el preciso instante en el que me había sentado.

¿Sabéis? Por más que odie el verbo esperar creo que esta vez ha merecido la pena. Me ha hecho ganar en paciencia, conseguir los resultados por mí misma. La espera me ha provocado más sonrisas de las que esperaba. He creído estar soñando cuando en realidad estaba despierta.

Ahora han vuelto a dar al botón del pause en mi vida. Los días se convierten en años. Las manecillas del reloj se ríen de mí y parecen ir en sentido contrario. ¿Qué me deparará esta nueva espera? No lo sé, y también sabéis que la incertidumbre es otra vieja enemiga, pero uno de mis propósitos para este 2011 es intentar ver más la cara y menos la cruz de la moneda, y es que la espera hace que mi deseo aumente y las ganas hagan mayor acto de presencia. El mañana no sé qué me traerá, pero mientras estoy disfrutando de mi pequeño presente, saboreando esta ansiedad que me hace cosquillas en el estómago.