Es increíble como, a veces, sin darte cuenta, alguien entra porque sí en tu vida y pone todo patas arriba. ¿Quién te ha dado permiso? Vale, de acuerdo, quizás haya sido yo… Pero, ¿por qué?
En realidad adoro ser tan desconfiada y que se me de tan bien guardar las distancias cuando siento que puedo caer, que me pueden hacer caer. Siempre tengo un plan B, uno de esos que me hacen sentir segura. Pero hay ocasiones en las que no sirve de nada prevenir porque al final terminas teniéndote que curar por haber saltado desde la azotea sin miedo. Es por eso por lo que estoy asustada, porque sé que no hay un colchón esperándome bajo el precipicio.
Qué más quisiera yo que poder asumir riesgos si la esperanza me diera razones para pensar que sí. Cierto es que la esperanza no ha hecho acto de presencia, pero hoy las señales me mostraban el camino. Sí, esas señales que un amigo me enseñó a interpretar hace años, esas que te dan el impulso necesario. En esta ocasión ha venido acompañada de una canción maravillosa. Todo parecía perfecto… Pero no, tan sólo era un escenario y una interpretación, esa película que creo estar viendo ahora mismo y que seguramente, cuando me meta en la cama, querré seguir visualizando. Mañana es cuando todo volverá a su sitio, la sensatez volverá a mí y yo, mientras tiro de resignación, asumiré por imposible cualquier tipo de oportunidad.
Pero hoy, ¿quién me impide sonreír hoy ante tal posibilidad? Hoy quiero creer que todavía hay esperanza para mí, que no estoy vacía, que mi corazón aún puede acelerarse con una simple mirada. ¿Mañana? ¿A quién le importa lo que pase mañana?
En realidad adoro ser tan desconfiada y que se me de tan bien guardar las distancias cuando siento que puedo caer, que me pueden hacer caer. Siempre tengo un plan B, uno de esos que me hacen sentir segura. Pero hay ocasiones en las que no sirve de nada prevenir porque al final terminas teniéndote que curar por haber saltado desde la azotea sin miedo. Es por eso por lo que estoy asustada, porque sé que no hay un colchón esperándome bajo el precipicio.
Qué más quisiera yo que poder asumir riesgos si la esperanza me diera razones para pensar que sí. Cierto es que la esperanza no ha hecho acto de presencia, pero hoy las señales me mostraban el camino. Sí, esas señales que un amigo me enseñó a interpretar hace años, esas que te dan el impulso necesario. En esta ocasión ha venido acompañada de una canción maravillosa. Todo parecía perfecto… Pero no, tan sólo era un escenario y una interpretación, esa película que creo estar viendo ahora mismo y que seguramente, cuando me meta en la cama, querré seguir visualizando. Mañana es cuando todo volverá a su sitio, la sensatez volverá a mí y yo, mientras tiro de resignación, asumiré por imposible cualquier tipo de oportunidad.
Pero hoy, ¿quién me impide sonreír hoy ante tal posibilidad? Hoy quiero creer que todavía hay esperanza para mí, que no estoy vacía, que mi corazón aún puede acelerarse con una simple mirada. ¿Mañana? ¿A quién le importa lo que pase mañana?